Ya lo he perdido, pues no está delante de mi.
Lo he echo.
Silencio en mis ojos.
Llueve en mi alma. Grita el sol, cuya desesperación nada en el humo que expulsa un cigarrillo vacío en los carnosos labios rojizos de una luna perdida en el infinito del universo.
Entre galaxias de colores me encuentro ahora. No sé si reír. No sé si volar. No sé si contar la verdad.
Solo la cuerda que sujeta al individuo por el cuello, aquella que aprieta su garganta, aquella que presiona su respiración; la encargada de disminuir sus pulmones... es la que comprende mi mente perdida en el viento oscuro de la tristeza acumulada.
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