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Vuelo desesperada por las galaxias infinitas de mí.

domingo, 30 de junio de 2013

Yo, y lo que siento

No es que el enorme muro de hielo se estuviese construyendo,
sino que ya estaba allí, posado fuerte sobre sus ojos. Era imposible atravesarlo, era imposible juzgarlo de fuera. Así fue como jamás pude penetrar mis pupilas en él, así fue como se alejó de mi alma.
Un gran dolor se clavó en mi, como se clavan cientos de agujas al coser. Y descosiéndose fueron las heridas que sanadas estuvieron algún día. Se fue despertando en mi la furia jamás conocida. Llovía en mis ojos, llovía en mi. Mi cuerpo mojado, era un triste esperpento sin lugar al que ir. Lo había perdido todo, se me fue la inteligencia, quedé una muñeca repelente y repelía todo el cariño que ajeno ya quedaba en mi.

-¡Oh!... vuelve a mi. Entrégame la vida.- Solía decir la princesa que muerta quedó. Destrozó su cuerpo golpeando el dique helado que cubría los ojos de él. Y abandonándose a sí misma, la muñeca quedó dormida a los pies de la gran pupila helada de Jack...
Y siempre llovía. Porque nunca paró de llover.






lunes, 17 de junio de 2013

Tú y lo que me haces sentir.


A veces, cuando te miro no veo que seas tú. Un enorme muro de hielo se construye en tu mirada y lo único que mis ojos pueden advertir, es el frío invierno de una ciudad olvidada. Es difícil comprenderte, lo intenta mi mente y suma en ti todos los conocimientos que posee, aun así sigue siendo difícil comprenderte. No entiendo los insultos, únicas quejas de mi que tu lengua maneja. No  descifro el jeroglífico de pensamientos que tu inteligencia tan sumamente, como un tesoro inadvertido, esconde bajo los escombros de un pasado arduo. No te entiendo... no me dejas navegar por los surcos de tu cerebro. Un corazón que dolorido me reclama, unas palabras con desprecio utilizadas. Un tú que parece olvidarme, un tú que no valora lo que siento, un tú que poco a poco va construyendo su muro de hielo...


sábado, 8 de junio de 2013

Deprimir

Hoy descubrí que no existen motivos por los que estar deprimido. 
Deprimir... qué palabra más fea. 
Qué verbo tan largamente duradero. Cuántas lágrimas arroja deprimir. Qué estado de malestar tan tristemente apagado, qué feo tu rostro al deprimir, qué poca coquetería aporta deprimir...
No estás deprimido, no estés triste.

Olvídalo. Olvida el verbo. No existe en tu vida. No mientras yo pueda aportar una sonrisa, no estás solo, nunca lo estás. Ven conmigo, arrastra tu cuerpo en una dicha grata, juntos podemos. 
Se te borró la sonrisa, yo te daré la mía. Recuerda que cada día puedes hacer sonreír a tu alma, a tu alrededor, a mi.
Dibuja en tu rostro el espíritu feliz del que quiere vivir. Que tus ojos brillen y tu mente respire. Ver la libertad, gritar colores al viento, sentirse realizado, luchar por lo que crees, cambiar juntos el mundo. Pues no hay motivos por los que deprimirse, sonríe y satisfactoriamente... vive.