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Vuelo desesperada por las galaxias infinitas de mí.

domingo, 30 de junio de 2013

Yo, y lo que siento

No es que el enorme muro de hielo se estuviese construyendo,
sino que ya estaba allí, posado fuerte sobre sus ojos. Era imposible atravesarlo, era imposible juzgarlo de fuera. Así fue como jamás pude penetrar mis pupilas en él, así fue como se alejó de mi alma.
Un gran dolor se clavó en mi, como se clavan cientos de agujas al coser. Y descosiéndose fueron las heridas que sanadas estuvieron algún día. Se fue despertando en mi la furia jamás conocida. Llovía en mis ojos, llovía en mi. Mi cuerpo mojado, era un triste esperpento sin lugar al que ir. Lo había perdido todo, se me fue la inteligencia, quedé una muñeca repelente y repelía todo el cariño que ajeno ya quedaba en mi.

-¡Oh!... vuelve a mi. Entrégame la vida.- Solía decir la princesa que muerta quedó. Destrozó su cuerpo golpeando el dique helado que cubría los ojos de él. Y abandonándose a sí misma, la muñeca quedó dormida a los pies de la gran pupila helada de Jack...
Y siempre llovía. Porque nunca paró de llover.






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